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Comer para afrontar las emociones puede entrañar riesgos para la salud

Comer para afrontar las emociones puede entrañar riesgos para la salud
  • El Hospital General de Valencia ha ofrecido un curso sobre “Comer emocional”
Existe una relación directa entre lo que comemos y nuestro estado de ánimo. Comer es un placer, no solo por el alimento en sí, sino por todo lo que le rodea: aromas, sabores, ritos culinarios, hábitos sociales, etc. Según explica Carlos Sánchez, Jefe de la Unidad de Endocrinología y Nutrición del Hospital General de Valencia, la denominación “comer emocional” responde a las situaciones en las que nos dejamos llevar por otras sensaciones diferentes al hambre, cuando las emociones son las que controlan nuestro impulso por comer y nuestra elección en el tipo de alimento. “Utilizar los alimentos para afrontar las emociones puede entrañar riesgos para la salud”, señala.
Aprender a diferenciar entre el hambre física y el hambre emocional es el punto de partida para aquellos pacientes que tienen algún trastorno alimenticio y también para aquellas personas que, por diferentes motivos, se someten a dietas, según se ha explicado en el Curso que bajo el título “Comer emocional” se ha celebrado hoy en el Hospital General de Valencia.
La rabia, la tristeza, el miedo y la ansiedad son las emociones que mayor impacto tienen en nuestra alimentación, afirma la dietista Emilia Isabel Trull. La dietista ha establecido cinco formas de relación entre las emociones y la alimentación. Las emociones provocadas por las propias características estimulantes de los alimentos que pueden desencadenar emociones positivas -azúcares, grasas- o emociones negativas -sabores amargos-. Las emociones vinculadas a una actividad elevada y estrés inhiben la motivación de ingesta. Las emociones de intensidad moderada afectan en uno u otro sentido dependiendo de la motivación que se tenga para comer; así por ejemplo hay mayor preferencia por los dulces en personas con problemas de relaciones sociales.
En dietas restrictivas, las emociones tanto negativas como positivas, incrementan la ingesta debido al déficit en el control cognitivo. Y por último, en la ingesta normal, las emociones afectan a la alimentación en función de las motivaciones y características cognitivas. Por ejemplo, las mujeres cuando se sienten mal tienen mayor tendencia a tomar alimentos placenteros, mientras que los hombres lo hacen cuando se sienten bien.
Claves para controlar el consumo irracional de los alimentos
Ingerir en exceso determinados alimentos como forma de afrontar las emociones conlleva riesgos para la salud. La dietista Trull ha destacado algunas pautas para controlar el consumo irracional de algunos alimentos como: “mantenerse activo realizando ejercicio físico diario, practicar ejercicios de relajación para bajar los niveles de ansiedad, planificar las comidas, ir a la compra con una lista de lo que vamos a adquirir, realizar 5 ingestas al día, no tener ningún alimento prohibido –permitiendo su consumo en pequeñas cantidades- y mantener una alimentación completa y equilibrada sin que falte ningún nutriente”.
Pie de foto: Nutricionista, Emilia Isabel Trull, jefe de servicio de Endocrinología y Nutrición, Carlos Sánchez y psicóloga Gema García.

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